El lince ibérico es como el Yeti de la fotografía de naturaleza: todo el mundo habla de él, pero pocos pueden presumir de haberlo visto (y mucho menos fotografiado). Así que, cuando me enteré de que en la Finca de Peñalajo, en Ciudad Real, había hides especializados para observarlo, no lo dudé ni un segundo. ¡Allá que fui!

Llegada a la Finca de Peñalajo: El escondite perfecto

El viernes por la tarde llegué a la finca con mi mochila llena de ilusión (y de equipo fotográfico, que pesa más que la ilusión). Me recibieron con una sonrisa y me explicaron el plan: al día siguiente, madrugón de campeonato para entrar en el hide antes de que amaneciera. Como soy de los que prefieren la libertad total, decidí dormir en mi furgoneta camper, aparcada en un rincón tranquilo de la finca. Esa noche, entre el silencio del campo y el cielo estrellado, soñé con linces y cámaras que disparaban solas.

La Finca de Peñalajo es un lugar mágico, rodeado de matorrales y bosques mediterráneos, el hábitat perfecto para el lince ibérico. Antes de irme a dormir, me di un paseo por los alrededores y ya pude ver algunos conejos y perdices, que son el alimento favorito del lince. Me fui a la cama con la esperanza de que al día siguiente el rey del matorral hiciera acto de presencia.

Madrugones, hides y mucha paciencia

El sábado, el despertador sonó a las 5:30 de la mañana. Sí, has leído bien: 5:30. Pero cuando se trata de fotografiar al lince ibérico, el sueño es un lujo que no te puedes permitir. Me instalé en el hide, un pequeño refugio camuflado donde pasaría las próximas 6 horas.

El hide es como un búnker con ventanas: tienes todo lo necesario para sobrevivir (silla, trípode, agujeros para disparar la cámara) pero sin wifi ni Netflix. La paciencia es tu mejor aliada, y la mía fue puesta a prueba. Mientras esperaba, pude fotografiar a otros habitantes de la finca: conejos saltando como si estuvieran en una competición olímpica, perdices correteando y un montón de aves como verdecillosjilgueros y un pito real que parecía posar especialmente para mí.

Aunque el lince no apareció por la mañana, el tiempo pasó rápido gracias a la cantidad de actividad a mi alrededor. Cada vez que escuchaba un crujido entre los matorrales, mi corazón se aceleraba pensando que podría ser él. Pero no, eran solo más conejos. Aun así, fue una mañana entretenida y llena de oportunidades fotográficas.

El lince ibérico: Un fugaz rey del matorral

Por la tarde, después de un breve descanso y un bocadillo de lomo (porque la fotografía de naturaleza también requiere energía), volví al hide para otra sesión de 5 horas. Esta vez, el ambiente parecía más tranquilo, pero yo seguía alerta, con la cámara preparada y los sentidos afilados.

Y entonces, cuando ya empezaba a pensar que el lince era un invento de los lugareños para atraer turistas, apareció. Fue solo unos segundos, pero suficientes para que mi corazón se acelerara y mis dedos dispararan la cámara como si no hubiera un mañana. El lince ibérico es una criatura elegante, sigilosa y con una mirada que te atraviesa el alma. Desapareció tan rápido como llegó, dejándome con la sensación de haber vivido algo mágico.

Aunque no pude conseguir muchas fotos, las que tengo son un tesoro. El lince es un animal tan esquivo que cada imagen es un regalo. Esa tarde, salí del hide con una sonrisa de oreja a oreja, sabiendo que había cumplido mi sueño.

Otros protagonistas: Conejos, perdices y aves variadas

Aunque el lince fue el plato fuerte, el resto del día estuvo lleno de pequeños momentos fotográficos. Los conejos y las perdices son el alimento favorito del lince, así que verlos en acción fue como asistir a un documental de la BBC en directo. Además, las aves me dieron un montón de oportunidades para practicar mi técnica de enfoque rápido.

Los verdecillos y jilgueros eran especialmente activos, saltando de rama en rama y posando para la cámara. El pito real, con su llamativo plumaje verde y rojo, fue otra de las estrellas del día. Aunque no era el lince, cada una de estas especies me recordó la riqueza de la fauna de Castilla-La Mancha.

Sabores manchegos y búsquedas independientes

Por la tarde, después de otra sesión en el hide, decidí explorar los pueblos cercanos para probar la comida típica manchega. Gazpacho manchego, migas y queso de oveja fueron el premio a tanto esfuerzo. La gastronomía de la región es tan rica como su naturaleza, y no pude resistirme a probarlo todo.

El domingo, antes de volver a casa, me aventuré por zonas donde me habían contado que se había visto al lince. Aunque no tuve suerte, el paisaje manchego y la tranquilidad del campo hicieron que valiera la pena. Recorrí caminos rurales, observé más fauna y disfruté de la paz que solo un lugar como este puede ofrecer.

Consejos para fotografiar al lince ibérico

Si te animas a vivir una aventura similar, aquí tienes mis consejos:

  1. Elige un hide especializado: En lugares como la Finca de Peñalajo aumentan tus posibilidades de ver al lince.
  2. Madruga: Los linces son más activos al amanecer y al atardecer.
  3. Lleva paciencia (y snacks): Pueden pasar horas antes de que aparezca.
  4. Disfruta de todo: Aunque no veas al lince, la fauna y el paisaje son increíbles.
  5. Prueba la comida local: Porque después de tanto esfuerzo, te lo mereces.

Reflexión final
Mi experiencia en la Finca de Peñalajo fue una mezcla de emoción, paciencia y gazpacho manchego. Fotografiar al lince ibérico es un reto, pero también una oportunidad para conectar con la naturaleza y disfrutar de los pequeños detalles. Ya estoy planeando mi próxima visita, porque, como dicen en Ciudad Real: «El que la sigue, la consigue».

¿Y tú? ¿Te animas a perseguir al lince ibérico con tu cámara? ¡Cuéntamelo en los comentarios! 🐾📸

Podéis ver más fotos de esta experiencia y otras aventuras fotográficas en mi Instagram: @cristianaller. ¡Nos vemos en la próxima expedición!

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