Semana Santa se convirtió en la excusa perfecta para lanzarme a una pequeña aventura en camper por el sur de España. Mi objetivo: recorrer algunas de las reservas naturales más importantes de Andalucía, con la cámara lista para capturar aves y animales en libertad. Durante cuatro días intensos visité el Parque Nacional de Doñana, la Cañada de los Pájaros, varias marismas con hides abiertos, y finalicé el viaje en el Parque Natural de la Sierra de Andújar, donde me quedé a las puertas —literalmente— de ver al esquivo lince ibérico.


Día 1: Marismas de Doñana y la Cañada de los Pájaros

Después de una noche en ruta, el primer amanecer me recibió entre los ecos de la marisma. La Cañada de los Pájaros, situada cerca de La Puebla del Río, fue mi primer contacto con la increíble biodiversidad de esta zona. Este centro de recuperación y observación de aves acuáticas es un verdadero santuario: allí conviven más de 200 especies, algunas en peligro de extinción. Lo más destacable: la gran colonia de flamencos rosados, que danzan sobre el agua como pinceladas vivas bajo el sol andaluz.

flamencos en la marisma

Vi también cigüeñas negras, calamones comunes, zampullines cuellinegros y garzas imperiales. Desde luego, uno de los puntos fuertes de la jornada fueron los hides gratuitos repartidos por la marisma, que permitieron observar sin molestar. Es admirable cómo estos espacios están diseñados para la contemplación respetuosa de la fauna.


Día 2: Rutas por las marismas y el vuelo de las grullas

El segundo día lo dediqué a recorrer diferentes zonas del Parque Nacional de Doñana. Si bien la entrada al corazón del parque está regulada, muchas de sus zonas periféricas ofrecen paisajes espectaculares. Cerca de la Dehesa de Abajo, me encontré con una bandada de garzas reales, que hacían escala en su migración hacia el norte. Su trompeteo característico resonaba sobre las aguas mientras realizaban vuelos perfectamente coreografiados.

garza real

También pude fotografiar un ejemplar de milano negro, que sobrevolaba lentamente una zona arbolada. Esta rapaz, pequeña en comparación con otras rapaces, se distingue por su tonalidad oscura en todo su cuerpo. Había oído hablar de él, pero verlo en libertad y tan de cerca fue todo un regalo.

milano negro

Día 3: De Sevilla a Córdoba — pausa urbana entre naturaleza

Hice una breve pausa en el ritmo naturalista para sumergirme en la belleza monumental de Sevilla y Córdoba. La Giralda al atardecer, el aroma de azahar en cada calle, los patios cordobeses llenos de flores… Estas ciudades son tesoros vivos, y aunque el objetivo del viaje era la fauna, necesitaba hacer esta parada por pura devoción cultural.


Día 4: Andújar y el esquivo lince ibérico

El último día me llevó al Parque Natural de la Sierra de Andújar, hogar de una de las poblaciones más importantes del lince ibérico (Lynx pardinus), uno de los felinos más amenazados del planeta. Me dirigí a la presa del Encinarejo, donde durante años se podía avistar bisontes europeos en la finca homónima, siguiendo una vía pecuaria de cientos de años. Lamentablemente, hace apenas un mes, la vía fue cerrada al paso público y ya solo se puede acceder a los bisontes pagando un safari privado al propietario de la finca.

Frustrado pero no vencido, recorrí la nueva vía pecuaria trazada como alternativa. No hubo bisontes, pero sí encontré varios abejarucos (Merops apiaster), con su plumaje multicolor y vuelos rápidos entre los arbustos, además de un joven ejemplar de águila imperial que planeaba sobre las sierras rocosas y un grupo de ciervos pastando cerca del camino.

Al regresar al aparcamiento junto a la presa del Encinarejo, un grupo de senderistas me abordó emocionado: “¡Hace diez minutos había un lince aquí mismo, pasó a dos metros de tu camper!”. Me quedé de piedra. Según me contaron, una hembra de lince suele patrullar por esta zona, especialmente al amanecer y al atardecer. Un día antes, un lugareño me lo había confirmado, pero como suele ocurrir con estos encuentros mágicos, llegué tarde… aunque demasiado cerca como para no soñar con ello en futuros viajes.


Reflexiones finales

Este viaje ha sido una prueba de que, incluso sin capturar al lince con la lente, la magia de la fauna salvaje sigue estando en la espera, la sorpresa y la conexión con el entorno. Andalucía es un paraíso para la fotografía naturalista, con una diversidad única en Europa y una red de espacios naturales donde aún se respira libertad salvaje.

Ya estoy planificando la próxima escapada. Porque como fotógrafo de fauna, sé que en cada rincón puede esperarme el instante perfecto.

Podéis ver más fotos de esta experiencia y otras aventuras fotográficas en mi Instagram: @cristianaller. ¡Nos vemos en la próxima expedición!

Categorías: BlogNATURALEZA

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